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La confianza en Dios

Actualizado: 24 jul 2019


Fuente de imágen: Niño Jesús de Praga, Capilla Hermanas Clarisas.

Tomado de los concejos espirituales de San Pio de Pietrelcina:


1. Necesidad de la batalla espiritual:


"Tengamos siempre presente el hecho de que aquí en la tierra estamos en un campo de batalla y que en el paraíso recibiremos la corona de la victoria; que éste es un territorio de prueba y el premio será entregado arriba; que nosotros estamos ahora en una tierra de exilio mientras nuestro verdadero hogar es el Cielo al que debemos aspirar constantemente".



2. El rosario es el arma recomendada para la batalla.


"Sostente fuertemente del Rosario. Se siempre agradecido con nuestra Madre porque fue ella quien nos dio a Jesús. Ama a nuestra Señora y hazla sentir amada; recita siempre el Rosario y tan seguido como te sea posible".



3. No tengas miedo de la humildad. La humildad es infinita. La pureza es poder. Apunta hacia la pureza y búscala. Éstas son también armas en la batalla.


"La humildad y la pureza son las alas que nos llevan a Dios y nos hacen casi divinos".



4. No esperes éxito instantáneo. La vida espiritual es un camino largo, es de hecho un camino que dura una vida. Tómalo un día a la vez y un paso a la vez. Si tropiezas y caes, levántate inmediatamente y continúa. Nunca te rindas.


"En la vida espiritual, debes dar un paso hacia delante cada día como en una línea vertical, de abajo hacia arriba".



5. Ni tu felicidad ni tu infelicidad lo son todo. No permitas que tus sentimientos determinen tu sentir acerca de si estás progresando en tu vida espiritual o no. Los estándares de felicidad y “éxito” del mundo son completamente diferentes del progreso espiritual.


"Mantén tus ojos fijos en Él que es tu guía al país Celestial hacia donde te dirige. ¿Qué importancia tiene si Jesús desea guiarte hacia el Cielo por medio del desierto o de la pradera, siempre y cuando Él esté contigo en todo momento y llegues a poseer una bendecida eternidad?".



6. Apaga las pantallas, Apaga la TV. Limita el tiempo que dedicas a Facebook o a la computadora. Lee buenos libros. Alimenta el alma.


"No me consideres una persona demandante si te pido nuevamente que abras espacio para los libros santos y los leas tanto como puedas. La lectura espiritual es tan necesaria para ti como lo es el aire que respiras".



7. Pon atención a la Santa Misa. El Señor está presente. No es solamente una “comida familiar” o una plática de corredor donde decidimos cómo vamos a hacer del mundo un lugar mejor. Es el umbral del cielo y el único Sacrificio final traído al momento presente con sus beneficios aplicados a nuestras necesidades.


"Renueva tu fe asistiendo a la Santa Misa. Mantén tu mente enfocada en el misterio que se revela frente a nuestros ojos. En los ojos de tu mente transportarte al Calvario y medita en la Víctima que se ofrece a Sí Mismo a la Justicia Divina, pagando el precio de nuestra redención… Si tan sólo supiéramos cuánto toma en cuenta Dios este Sacrificio, arriesgaríamos nuestras vidas para estar presente en cada Misa".



8. Una buena disciplina es un paso hacia el desprendimiento propio del amor distorsionado hacia las cosas creadas para que puedas amar adecuadamente aquellas que son eternas. Así que no te desanimes. Haz pequeños sacrificios pero haz que cuenten.


"Él, que se apega a sí mismo a la tierra permanece apegado a ella. Es con violencia que debemos dejarla. Es mejor desprenderse uno mismo poco a poco que todo de una vez. Pensemos siempre en el Cielo".



9. No te desanimes. Piensas que estás haciendo un buen trabajo pero en realidad Dios lo está haciendo dentro de ti. Cuando te das cuenta de esto, tratas aún con más fuerzas de cooperar con la voluntad de Dios y esto te hará avanzar en el camino con gran velocidad.


"Humildemente reconozcamos que si Dios no fuese nuestra armadura y escudo, nos atravesarían todo tipo de pecados. Por eso debemos vivir en Dios perseverando en nuestras prácticas y aprender a servirle a expensa propia".



10. Comprométete completamente al Señor y Él no te fallará. Recuerda el verso de la Biblia: Confía en el Señor con todo tu corazón y no te fíes de tu propio entendimiento. En todos tus caminos, reconócelo y Él dirigirá tus pasos.


“Tratemos de servir al Señor con todo nuestro corazón y voluntad. Él siempre nos dará más de lo que merecemos”.



Fuente de información:


 
 
 

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Juan Pablo Rojas ©

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