Selvas de cemento
- Juan Pablo Rojas
- 23 abr
- 1 Min. de lectura

Como dice el savio probervio "Entre rascacielos y sótanos no hay nada oculto", y cómo decía Héctor Lavoe en uno de sus más grandes éxitos musicales "la calle es una selva de cemento", muros por aquí y paredes por allá.
Y es que para nadie es un secreto que cuando el río suena no hay quien lo pare, es decir, todo lo que sube tiene que trabajar, mejor dicho, a las palabras se las lleva el viento, pero a una firma ni el más grande monumento.
En fin, ustedes me entenderán cuando les digo que el progreso de los pueblos se mide en la capacidad de sus ciudadanos para sacar adelante cualquier proyecto, sea como sea, y cuando hablo de ciudadanos me refiero a sus gobernantes y a cada uno de nosotros, sus esclavos... mentiris.
Y es que este sistema de consumo, impuestos, derechos, deberes, aranceles, importación, exportación, turismo, globalismo y nacionalismo, nos obliga, si o si, a ser LIBRES y RESPONSABLES con nuestras palabras y nuestras obras.
A construir ese "capitalismo consciente" que tanto soñamos.
Hoy es el primer metro de Bogotá, mañana será el primer circuito de buses eléctricos en el Amazonas, hoy es el Movistar Arena, mañana será la primera Universidad en el Catatumbo, soñar no cuesta nada y entre más más grandes sean los sueños mejor, cómo nos recalcaba el papa Francisco.
Fe.
Inclusión Social.
Medio Ambiente.
Obviando toda la ingeniería, ciencia, física, química y estadística que requieren los grandes proyectos, esas son las tres columnas que expanden el PROGRESO, aquí, en Aviñón, en Manila, en Los Angeles o en la Patagonia, no lo olvidemos.



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