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Un Camino Misionero

Actualizado: 2 may 2020



La Iglesia Católica desde su fundación hace más de dos mil años, fue creada para ayudar a dar un orden, un sentido eterno y un valor espiritual al ser humano y a la sociedad, a través de las personas que deciden libremente aceptar las enseñanzas y las experiencias vividas por Jesucristo, María de Nazareth, los Apóstoles y los discípulos.


En manos del apóstol Pedro fue puesta la dirección de esa nueva familia espiritual llamada "Cristiana" por aceptar como guía y como Dios a "Cristo" y recibir al Espíritu Santo a través del Bautismo, apellidada "Católica (Universal)" por haber recibido la misión de ir al mundo entero a toda persona; organizada en Roma como sede principal y extendida por el resto de las regiones a través de los Apóstoles (Obispos), éstos a su vez colaborados por Sacerdotes, sostenidos por la Oración y el apoyo Evangelizador de los Religiosos y los Laicos Consagrados, quienes desde sus hogares y en medio del mundo dan testimonio de esa familia Universal.


La Iglesia es conocida como un "cuerpo espiritual o místico", porque la voz de los predicadores comunica la verdad, los pies de los misioneros recorren los pueblos, la manos de la caridad atienden las necesidades de la humanidad y la cabeza que es el Papa coordina todas esas obras a través de la unión al Corazón que es Jesucristo mismo. ¿Tiene sentido verdad?


Por ese motivo la Iglesia se ha tenido que enfrentar a muchas dificultades anunciadas por Cristo mismo a través de los siglos. A presenciado guerras, hambrunas, pestes, calumnias y también malas obras, decisiones e ideologías de algunos de sus miembros. La iglesia entonces es como aquella casa materna donde todas las personas necesitadas son acogidas, donde todos tenemos la oportunidad de encontrar los recursos espirituales que necesitamos para caminar por éste mundo y enfrentar los tiempos que se viven en cada siglo, aprendiendo a renunciar a nuestros propios caprichos e intereses.


Pero con claridad y constancia debemos definir y confirmar las enseñanzas, advertencias y signos de los tiempos, que los Papas, Obispos, los Santos y el Magisterio, han dejado como recursos para seguir construyendo la Iglesia sobre bases firmes.


Una de las dificultades más fuertes que ha tenido que enfrentar la Iglesia son los casos de abusos de todo tipo que se han presentado dentro. Y para conocer las causas que hacen crecer ese problema debemos renunciar a cualquier ideología para ver con los ojos de Cristo y quedarnos con la experiencia del Evangelio, donde el pecado fue condenado y el pecador fue rescatado.


Y en esa misión de rescatar almas para Dios, la Tradición y la Renovación han sido entonces dos momentos y formas que han marcado la Iglesia desde que se realizó el último Concilio Vaticano (II) hace más de 30 años y que ha traído muchos frutos buenos y unos pocos desaciertos.


Desde entonces tanto dentro de la Iglesia como en la misma sociedad se han marcado diferencias entre Liberales y Conservadores, entre Comunistas y Capitalistas, entre Progresistas y Retrógrados, entre Ecologistas y Humanistas. Y es aquí donde cabe resaltar un signo que puede dar luz a ésta tormenta de ideologías que han sacudido al mundo y que aún así han sido necesarias para confirmar que solos con nuestras fuerzas humanas no somos capaces de avanzar hacia la paz sino que necesitamos de la ayuda Divina de Dios y aprender a escucharlo a través de las autoridades y los signos.


La Biblia proféticamente hace varias referencias al valor de las decisiones hechas con un corazón grande y una voluntad firme de buscar continuamente el bien con Dios, con los demás y consigo mismo.


Y no es casualidad que el ladrón arrepentido, un grupo de ovejas y Cristo mismo hayan aparecido a la derecha y que esa sea la dirección hacia la que nos aconseja seguir Cristo en su Iglesia; no como un lugar donde nos plantamos con egoísmo, indiferencia y soberbia, sino un lugar donde apenas comienza un camino, de obediencia, amor y servicio a Dios y al prójimo: "Un Camino Misionero" donde el Centro sea la verdad y la vida.


Ese camino misionero de la Cruz, es el camino que nos lleva a correr con diligencia hacia la izquierda para ayudar a los que se han desviado por ese camino de rebeldía sin motivo, sin sentido y sin valor, para ayudarles a cambiar el rumbo como en algún momento lo hicieron con muchos de nosotros. Ese camino trae persecución, desprecio y rechazo, y solo los valientes se atreverán a recorrerlo.


Demos gracias a Dios por la Iglesia, por los consagrados y por los gobernantes que ayudan a conservar la fe, caminando derecho hacia nuestro centro que es Cristo.

 
 
 

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Juan Pablo Rojas ©

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